Casi muero el 5 de mayo de 2024. Era el día de las elecciones de Panamá. Esa mañana fui a votar alrededor de las 10:00 am. Luego fui a un café para comer con mis suegros, que estaban de visita en Panamá, mis padres, mi esposa y mi hijo. El restaurante estaba lleno ya que los camareros estaban votando y la gente no se había ido para el interior. No pude comer ni tomar café — tenía hambre.
Este era el último día de mis suegros en Panamá, así que el plan era llevarlos al aeropuerto como al mediodía y luego ir a casa de mis padres, donde estaría mi familia para almorzar y supuestamente bañarnos en la piscina. Dejamos a mis suegros en el aeropuerto e íbamos de camino a la casa de mis padres cuando Gloria me recalca que no llevábamos vestido de baño para el día de piscina. Le dije que de seguro la gente no se metía en la piscina ya que se meten muy poco. Estaba equivocado.
Llegué a la casa de mis padres y estaban todos en la piscina. Literalmente no había nadie afuera. La piscina tiene una mesa central donde justo habían colocado una enorme y suculenta pata de cordero recién sacada del horno. Mi mamá me ofreció y me sirvió un plato de cordero. Estaba comiendo parado, incómodo. Me senté en el piso a comer, incómodo. Entonces pensé, mejor me voy adentro a comer rapidito, cómodo en una silla y regreso para estar con todos. Me fui a comer solo a la sala sin decirle a nadie. Me senté en un sofá individual con el plato encima de mis muslos. Estaba apurado porque quería regresar rápido.
Comencé a comer. Como en el tercer bocado me serví un pedazo que en efecto era muy grande y con mucho pellejo. Me acuerdo haber pensado que estaba muy grande. No sé por qué, pero no mastiqué lo suficiente y fue bajando hacia la garganta. Mientras bajaba el pedazo pensé: uy, eso está grande.
Me comencé a atorar y como primera instancia metí mi mano para sacar el pedazo. Para mi sorpresa el pedazo se encajó casi perfecto en mi garganta. Pensé, bueno, no pasa nada, con una buena tos lo saco. Respiro profundo, toso, y ahora sí el pedazo encaja a la perfección en mi garganta. Comienzo a hiperventilar solo que sin flujo de aire.
Traté de seguir tosiendo, pero no podía. No había intercambio de oxígeno. Me estaba asfixiando. Me paro solo en la sala, trato de pujar un par de veces — nada. Comienzo a paniquear horrible. Me doy cuenta de que no puedo solo y enseguida decido salir a buscar ayuda, así que me fui corriendo afuera a la piscina.
Llego corriendo al borde de la piscina y trato de gritar para pedir ayuda. No sale ningún sonido. Comencé como a tratar de vomitar y solo caían babas a la piscina. Una hermana me decía que no fuera tan cochino y que vomitara afuera de la piscina. La gente estaba confundida, se comenzaron a poner inquietos y otra hermana después de unos segundos se dio cuenta de que me estaba ahogando, salió corriendo de la piscina y comenzó a hacerme la maniobra Heimlich inmediatamente. Trató un par de veces con toda su fuerza. Nada.
Mi cuñado, que tiene más fuerza, le dice que él lo hace e intercambia posiciones rápido con ella. En ese momento probablemente tenía como dos minutos y medio sin oxígeno. En los primeros apretones lo hace como en mis costillas y como a la tercera yo le acomodé las manos para que estuviera empujando justo debajo de las costillas. Fue instinto.
En todo este proceso estaban adultos gritando diferentes soluciones, mis sobrinos gritando, los perros ladrando, los adultos cuidando niños y tratando de ver cómo ayudaban. Unos decían que me montaran al carro, otros que llamaran al seguridad de los vecinos, otros que llamaran a la ambulancia.
Como al intento número 10 de la Heimlich de mi cuñado estaba perdiendo consciencia — me estaba desmayando. Mis pujes se volvieron débiles. Se me estaban cerrando los ojos cuando pensé: Henry, te estás muriendo, DALE.
Me entró un rush de adrenalina y me prendí. Comencé a pujar fuerte nuevamente. Mi cuñado siguió haciendo la Heimlich ahora sí con toda su fuerza. Yo también estaba empujando con absolutamente toda mi fuerza. No salía. Pensaba que no iba a salir pero al fin salió como a veinteavo intento y me desplomé al piso. Genuinamente pienso que no me quedaban más de dos pujes para perder consciencia y luego…
Mi otro cuñado vio el pedazo de carne salir y gritó que había salido. Salió con un poco de vómito. El ambiente estaba lleno de gritos y lágrimas. La gente me daba espacio para respirar. Yo no estaba seguro si había salido el pedazo de carne. Asumo que no estaba pensando bien por la falta de oxígeno y estrés. Luego de unos segundos en el piso respirando alcé una mano señalando que ya todo había pasado y que ya podía respirar. Me quedé acostado en el piso un buen rato recuperando consciencia.
Mi mamá fue la primera que se acercó. Iba con el dedo en forma de gancho a tratar de sacarme el pedazo de cordero pero se dio cuenta de que ya todo estaba bien. Lo primero que dije fue que apagara el iWatch que me estaba volviendo loco porque había detectado la caída y estaba pitando desaforadamente. Lo apagó, me limpió el vómito de la boca, me dio un beso en la frente y me quedé descansando en el suelo.
Después de un rato me paré y me fui a sentar al sofá del patio de la casa. Allá estaba con mi esposa, mi hijo, mamá, hermanas y sobrinos. Poco a poco todos me vinieron a visitar. No paraba de llorar.
Luego de como media hora de contemplación y recuperación me paré, me quité la camisa y me metí a la piscina en pantalón largo para estar con todos. Mi papá estaba justo al lado y me decía que llorara todo lo que quisiera.
Lloraba y lloraba.
Me acuerdo mucho de mi sobrina mirándome fijamente mientras lloraba. Todos estábamos en shock. Comencé a tratar de normalizar la situación. Sonreía un poco de vez en cuando, me comí un tres leches, me tomé una cerveza, hablamos de las elecciones y de Cerro Azul. Después de como dos horas ya decidimos salir de la piscina e irnos para nuestras casas.
Post-atragantamiento
Luego del evento me comenzaron a decir las cosas que pensaron y pasaron.
Henry David estaba con mi mamá en todo momento. Él comenzó a llorar, probablemente era por los gritos de todos. Dice mi mamá que lo puso de espalda hacia mí para que no quedara traumado de ver a su papá morir.
Mi otra hermana y mi cuñado pensaban que cuando caí al piso, había caído muerto.
Mi papá me dijo que vio el momento en donde me estaba desmayando y dejando de pujar. Me dijo que tenía la cara roja y el contorno de mis ojos morados.
Ese mismo día pensaba mucho en lo que es importante en la vida y en la gran insignificancia de ciertos estreses del día a día. En realidad hay muy pocas cosas en la vida que son genuinamente importantes y por las que vale la pena estresarse. Estamos en tiempo prestado.
Los siguientes 4 días fueron difíciles.
El día siguiente, el lunes, cuando me desperté me di cuenta de que tenía los ojos con mucha sangre ya que los capilares se me explotaron por la asfixia y empuje. Ese día fui a la oficina. Tuve estrés postraumático violento. Me acordaba constantemente del evento. Esa mañana pude haber llorado solo en mi oficina como 10 veces. Para el almuerzo fui en familia al restaurante Mika. En la tarde regresé a la oficina y tuve una llamada con una psicóloga. Me fui a casa temprano. En la noche invité a un par de amigos a mi casa para tener un grupo de soporte. Organizamos un trip a Cerro Azul para ese mismo sábado donde terminamos yendo 6 parejas con nuestros hijos.

El martes seguí llorando esporádicamente. Para el almuerzo fui a bañarme en la piscina de la azotea del edificio donde vivo con mi esposa y pedimos comida del restaurante.
En la noche tuve reunión con amigos de un fondo de inversión que tenemos para mantener la mente ocupada.
El miércoles cuando llegué a la oficina alguien me dijo que no pasaba nada si me iba a la playa o la montaña a reflexionar. Que nadie me iba a juzgar. Me puse a llorar. No sé por qué seguía deprimido, pero lo estaba. En la noche estuve en un bote con toda mi familia celebrando el cumpleaños de mi hermana mayor.
El jueves estaba mucho más tranquilo. En la noche venía un amigo a la casa. Tuve mi día laboral normal y cuando llegué a la casa estábamos mi esposa, mi hijo y yo juntos. En eso le digo a Gloria que se hiciera una prueba de embarazo ya que tenía como una semana de retraso y… salió positiva! ¡Qué enorme alegría! Saltamos, gritamos y bailamos los cuatro. Llamamos a nuestra familia extendida y les dimos la gran noticia.
Desde ese momento y después del fin de semana con amigos en la naturaleza de Cerro Azul se esfumó por completo el estrés postraumático y el sentimiento de tristeza. Estaba y sigo super contento y emocionado con mis proyectos de vida.
En retrospectiva iba a ser una muerte poética. Me imagino la descripción de la noticia: Henry James Faarup Humbert, muerto a los 34 años atragantado por un pedazo de cordero (figura religiosa) al frente de su esposa, hijo, padres, hermanas, cuñados y sobrinos. Esposa viuda se entera que está embarazada a pocos días de la muerte de su esposo. Surreal.
Cosas que aprendí o internalicé más
Casi todo es insignificante. Hay muy pocas cosas que vale la pena enojarte o tener estrés. Lo más importante es mi familia, mis amigos, mis intereses y tiempo para disfrutarlos.
La muerte por atragantamiento es mucho más normal de lo que pensaba. Nunca consideré que eso fuese un riesgo. Conversando con gente me enteré de decenas de cuentos de sustos de gente conocida por atragantamiento y de muertes. Al escuchar esto busqué en internet y hay muchas más muertes por atragantamiento que por accidentes de tráfico. La siguiente gráfica me llamó mucho la atención:
Hablé con gente que había estado cerca de la muerte y sus perspectivas de vida luego. Se estresan mucho menos, son más ambiciosos en la vida personal, trabajan menos. O sea que en el balance de vida y trabajo le dedican mucho más a la vida. Son más agradecidos y le dicen que no a las cosas que no quieren hacer.
Aprendí la importancia de los primeros auxilios. Había 10 adultos en esa piscina y a la casualidad que mi hermana, la que se dio cuenta y comenzó con la maniobra de Heimlich, era la única que había tomado el curso de primeros auxilios. A raíz de esto tuvimos una sesión familiar un mes después donde nos la enseñaron a todos. Recomiendo fuertemente agarrarla recurrentemente con las personas con quienes más se rodean.
Mi hermana y mi cuñado me salvaron la vida. Casi muero ahogado a los 34 años.
En fin, escribo y publico esto por múltiples razones. Para estar consciente en un futuro que esto puede pasar y prepararme agarrando junto con mis allegados cursos de primeros auxilios periódicamente. Para transmitir a todos los que lean esto de que esto no es un riesgo tan atípico y que vale la pena prepararse. También para recordar este evento y recordar mi mortalidad — memento mori. Quiero cimentar esta memoria, poder acordarme de lo ocurrido y darme cuenta una vez más de lo frágil que es la vida. Tengo que estar agradecido por un día más de vida. Cualquier día normal nos vamos de aquí.
¡A vivir la vida! Carpe Diem.
P.D. Con profunda tristeza cuento que el embarazo no resultó ser exitoso. Tuvimos un aborto espontáneo a la séptima semana.